00008. De la necesidad de constructos
Un constructo es un objeto ideal (dependiente de una particularidad cerebral) a diferencia de un objeto real (dependiente de la universalidad cerebral) que está representado por conceptos, hipótesis, teorías, clasificaciones, etc. Y ‘Yo (nosotros) – que parafraseando a Protágoras- soy (somos) la medida de todas mis (nuestras) cosas: de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son’ nos vemos obligados a constructuir y con los elementos de nuestro constructo explicar nuestra realidad observable ya que esos elementos no siempre coinciden con los constructos ajenos.
La personalidad es la resultante de pensamientos, sentimientos y conducta que una persona tiene a lo largo de su vida, en las distintas situaciones posibles, y que le hace único. Es la resultante del conocer propiciado por la constante interacción entre nuestro organismo, especialmente nuestro sistema nervioso, y el ambiente (externo e interno) en una labor llamada homeostasis. Pensamos, sentimos y nos conducimos según conocemos. Nuestra personalidad, nuestro operar o hacer, es producto de nuestro conocer y éste de la interacción antes referida.
Los distintos matices de una personalidad se deberían considerar variantes de la conjugación de esa tríada, y no trastornos, ya que estos últimos precisan de un constructo de normalidad distinto de su conceptuación estadística que es lo que ocurre las más de las veces.
Modificado 02/10/2012 e.c.
Pylon & Sánchez