00010. Un ensueño orientativo
Aquella mañana desperté distinto a otras mañanas: se acabó el dormir en lo mas álgido de un ensueño en el que me vi solo, me vi distante de los Otros y me quedé perplejo ante la complejidad del Universo y de la angustia que sentía. La imagen de un mundo aun centelleante, junto a mi boca y mi corazón, reseca y acelerado, hicieron de preludio para una temprana cefalea. Tras refrescarme con agua la cara y el cogote, lié y fumé mientras saboreaba un café. El dolor fue mitigándose y poco a poco mi sensorio común iba recopilando cuestiones e imágenes del reciente suceso onírico.
En ese ensueño se iniciaba recurrentemente mi inquisición sobre el Universo en que vivo, sobre mi Yo autoconsciente y sobre el Otro que me acompaña en el mundo y en la sociedad en la que soy. A pesar de las secuelas de dolor - me había dado la noche- no quería que ese hilván se perdiese como rastro de una mejor y posterior costura. Con un papel sobre la mesa y con un lápiz en la mano planeé la tarea que como prevenido costurero debía diseñar: El Universo ante mí; Yo ante el Universo; Los Otros, el Universo y Yo, o cualquier combinación de los tres era el esquema a seguir. A ello me puse.
Me encontraba preso en un universo en el que vivía condicionado por una determinada estructura y por mis propias circunstancias. Preso en un organismo viejo que continuaba con una inquietud por conocer que derivaba en ansiedad ante la certidumbre de que no me daría tiempo a tanto. Me observé que tal vez fuera mejor repasar lo conocido y, remachando lo mejor aprehendido, pasar a lugar menos preferente lo que en la aprehensión hubiese perdido fuerza con el hacer. Sacar conclusiones de lo hecho y lo conocido.
Reflexioné que mediante la autodescripción o mediante mi autoconciencia podía hacer una observación lógica de aquellas acciones que constituyen mi estar siendo (o existiendo) humano; que como ser vivo animal humano (SVAH) debía comprender mi naturaleza desde mi propio entendimiento.
Modificado el 03/10/2012 e.c.
Sánchez