00032. Los contrarios, el equilibrio y la cuerda floja
En la la antigua Grecia, no sabemos si en otras culturas, ya se consideraba el equilibrio y los contrarios. Hasta los dioses los había de una cosa y de su contraria. Por otro lado, muchos filosofos consideraron la virtud como algo que estaba en el termino medio, en el fulcro de la palanca que se situaba en el centro de esta consiguiendo la estabilidad entre potencia y resistencia. Uno equilibrio con una evidente demostración física.
Y es que contrarios y equilibrios constituyen una irrenunciable pareja para el buen conducirse en la existencia.
Todo sistema nervioso, al menos en el genero homo, tiene la posibilidad de unas cosas y de sus contrarias. Y esta posibilidad se tiene ya desde el mismo momento de la concepción sino incluso desde antes que los gametos se encuentren. Es una potencialidad estructural que heredamos y que viene de lejos.
Pero además, a pesar de nacer con contrarios, unos ya patentes y otros potenciales, también heredamos - y hay que cultivar - el equilibrio racional derivado de una neurogenesis excelente y su circulo continuo de acción y desarrollo.
Luego los contrarios los tenemos y el equilibrio, llámese virtud o la mejor adecuación medioambiental, hay que buscarlo en nuestro operar, viviendo con el saber que puede proporcionarnos el conocer.
Esto, equilibrar los contrarios, es algo que puede ser fácil o difícil según el material genético y circunstancial del que dispongamos. Pero la mayor dificultad de este duro promediarse esta en lo que los equilibristas llaman " la cuerda floja". Es esta situación de la cuerda la transitoriedad de la futura barra del equilibrio que mientras no obtiene una suficiente tensión entre sus extremos da al equilibrista la obligatoriedad de una especial cautela. Después, esta cuerda floja se convertirá en una barra que si bien tendrá una solidez extra no estará exenta de opciones de balanceo acomodaticio.
Modificado el 08/10/2012 de la E.C.
Pylon & Sánchez