Neurología y Neurofilosofía para Transhumanos 

        Pylon Sánchez , neurólogos neurofilósofos  

00063. Nosotros hemos estado en prisión

Sin ser juzgados y sin haber cometido delito alguno


 

 


 


 

A veces, las leyes de la naturaleza son injustas, muy injustas. Podríamos decir que no hay justicia en la naturaleza. Nos explicamos.

Nacimos con lo que ella, la naturaleza, nos dejó nacer. Con un sistema nervioso conformado por un mandato genético que nos condujo a una neurogénesis en la que no pudimos influir pues las circunstancias no nos lo permitieron. Y ocurrió eso, que las circunstancias nos llevaron inicialmente una neurogénesis incongruente con ellas mismas. 

Y nuestro discurrir por la vida no fue del todo correcto, adecuado, sin culpa nuestra. Y ello nos llevo a prisión. Sin delito alguno. Sin vigilantes. Sin mas barrotes en las ventanas que los forjados por las emociones negativas que limitaban nuestra estancia desde los estímulos distorsionados. 

Fuimos compañeros de celda, de nuestro sistema nervioso. Los dos salimos algunos días al patio y otros nos quedábamos en el calabozo. Esporádicamente, uno y otro acudimos a la enfermería y rara vez encontramos a un sanitario que quisiera rehabilitarnos y que las mas de las veces ni siquiera sabía porque estábamos en aquella reclusión. 

En el patio comentamos lo injusto del sistema, del sistema nervioso. Un sistema prioritario en una maquina de supervivencia que nos confundía hasta privarnos de la cacareada libertad. En los comedores nos fuimos sustentando entre atracones y anorexia según marcara el menú de nuestra interacción ambiental.

En la litera pasamos interminables noches que se siguieron de algunos amaneceres que parecían para siempre pero que se seguían de otras noches en vela llenas de incertidumbre.

El conocer nos llego de la distancia, del exterior, aunque de dentro también aprendimos. Supimos algo con el paso del tiempo.

En algunas ocasiones fuimos propuestos para un tercer grado o para una libertad provisional, pero los mecanismos de la administración del sistema no estuvieron a la altura.

Por fin, ya etiquetados como desahuciados, nos pusieron en libertad. No sabemos a quien agradecerlo, pero lo que llevaba el camino de una cadena perpétua o de la pena máxima se vió indultado. En nuestro ser interior pensamos que algo nos tendió una mano. Estamos fuera de prisión. Nos parece increíble que nuestros sentidos puedan ejercer sin mediación de agentes extraños.


 

Modificado 11/10/2012 e.c.

Pylon & Sánchez