00069. No creemos pero nos reservamos el derecho
Creer es siempre un acto de fe. Metacreer no es un acto de fe sino un acto de magia donde las directrices esenciales de la metacreencia están bajo el control del que metacree y no de otros como en el creer.
Sirven ambos actos, el de creer y el de metacreer, para constituir un presunto suelo firme con una cierta solidez donde poder pilotar nuestro humano pensamiento y sobre el que levantar la estructura de nuestro existencial racional cognoscente.
Nosotros dos metacreemos. Nos parece mas adecuado controlar parcialmente con nuestra magia que basarnos en creer mitos de la magia de otros. Pero metacreemos , así igual que los que creen, impulsados por unos deseos que nos parecen mas racionales que los otros, pero que al fin y al cabo son deseos. Deseos que hay que cuidar en su crecimiento para que no sobrepasen nuestras posibilidades receptivas, integrativas y emisivas. Unos deseos equilibrados entre las adecuadas aferencias recibidas y las no menos adecuadas, por posibles, eferencias emitidas por nosotros mismos.
¡Pero ojo! , si en algún momento nuestra metacreencia se tambalea en su existenciar, si flaqueamos en nuestros pilares y nuestra estructura se siente mas cómoda y segura sobre el deseo de creer, o simplemente queremos creer, creeremos - como lo hicieron otros homo a lo largo de la evolución -.
También queremos aquí indicar que el que cree tiene en algún momento de la pirámide de creyentes - generalmente en el vértice- a un mago del caos que metacreyendo les ha transmitido las creencias. Eso si, sabiendo que metacreyendo no creemos y creyendo no metacreemos. No obstante, nos reservamos el derecho a creer.
Modificado 11/10/2012 e.c.
Pylon & Sánchez