Neurología y Neurofilosofía para Transhumanos 

        Pylon Sánchez , neurólogos neurofilósofos  

00097. Humanos y Transhumanos: Yoes dopados por y para el entusiasmo

El entusiasmo de los enamorados (de los amantes de los bellos) de Platón


 

 

Se les llama cocainómanos a los que están adictos a la cocaína (por aquello, biológicamente lejano, de la cocaína y de la manía. Pero nosotros, los rubricantes, llamamos dopaminómanos a los que somos adictos a la dopamina (por eso ,biológicamente cercano, de la dopamina y de manía).

Y es que los humanos somos gracias a nuestro poder por y para doparnos, gracias al dopaje - a ese al que se refieren en el mundo de los deportes y al otro, al referido más físicamente a los semiconductores. Y lo somos , humanos, por el hecho de estar de contínuo necesitados bien de un estímulo o bien de un estimulante. Y a medida que somos más transhumanos más dopamina necesitamos. Sí, somos dopaminómanos, dopamina - dependientes para la excelencia. Y por y para ello nos dopamos, unas veces con sustancias externas y otras con elementos propios que aíslan o implementan la conducción de nuestros semiconductores biológicos

Así , la dopamina - de dopa y de amina- es un neurotransmisor que subyuga la mayoría de nuestras conductas mas necesitadas de alta calidad por lo que su falta o su disminución aja sobremanera el lucimiento de aquellas.

Eso si, los buenos niveles de dopamina, que son buenos por sus magníficas eferencias cognitivas y conductuales resultantes, rayan en un entusiasmo exagerado como ya advirtiera Platón en su referencia a la cuarta locura


 


 

“ Porque nunca el alma que no haya visto la verdad puede tomar figura humana. Conviene que, en efecto, el hombre se de cuenta de lo que le dicen las ideas, yendo de muchas sensaciones a aquello que se concentra en el pensamiento. Esto es, por cierto, la reminiscencia de lo que vio en el otro tiempo, nuestra alma, cuando iba de camino con la divinidad, mirando desde  lo alto a lo que ahora decimos que es, y alzando la cabeza  a lo que es en realidad.Por eso, es justo que solo la mente del filósofo sea alada, ya que, en su memoria y en la medida de lo posible, se encuentra aquello que siempre es y que hace que, por tenerlo delante, el dios sea divino. El varón, pues, que haga uso adecuado de tales recordatorios, iniciados en tales ceremonias perfectas, solo él será perfecto. Apartado, así, de humanos menesteres y volcado a lo divino, es tachado por la gente como de perturbado, sin darse cuenta de que lo que está es “entusiasmado”. Y aquí es, precisamente, a donde viene a parar todo ese discurso sobre la cuarta forma de locura, aquella que se da cuando alguien contempla la belleza de este mundo, y, recordando la verdadera, le salen alas y, así alado, le entran deseos de alzar el vuelo, y no lográndolo, mira hacia arriba como si fuera un pájaro, olvidado de las de aquí abajo, y dando ocasión de que se le tenga por loco. Así que, de todas las formas de “entusiasmo”, es esta la mejor de las mejores, tanto para el que la tiene, como para el que con ella se comunica; y al partícipe de esta manía, al amante de los bellos, se le llamará enamorado” (Platón, Fedro, Diálogos III). 

Por ello este entusiasmo debe actuar como favorecedor del equilibrio , como fiel de la balanza en pesas ajustables  para la romana de la conducta y la cognición que alberga el fielato neurológico que a humanos y transhumanos enamoran de lo bello.    


 


 

13/02/2013 e.c.


 

Pylon & Sánchez