Neurología y Neurofilosofía para Transhumanos 

        Pylon Sánchez , neurólogos neurofilósofos  

00102. La intención como neurocaracterística básica de la transhumanidad


 

La intención es el propósito del operar. Y ello puede llevar en su aderezo deseo, pretensión, mira, designio, empeño,  determinación, idea, pensamiento, fin, objetivo, meta u motivo. Y lleve lo que lleve en su aliño una cosa es básica y fundamental: la intención es la mínima parte de un plan, de un proyecto. Y sin ella la existencia no tiene una proyección. Sin ella, la existencia es un continuo operar en parte automatizado y en parte improvisado, una espontaneidad fresca y flexible frente a la rigidez del plan.

Cierto es que tanto de uno como del otro modo del operar el sistema nervioso obtiene acciones ventajosas, pero lo que más distingue a nuestra racionalidad es la planificación.

Así que la intencionalidad de nuestro operar, puede carecer de una premeditación voluntaria que sustituye a la obligatoriedad del deber planificado al menos por la intención, y sin esta los anclajes de nuestro existenciar son el equivalente a la aventura, a la navegación sin cartas y, lo que es más irracional, a un existenciar sujeto a las circunstancias del momento y no a momentos circunstanciados. Cierto es que en el existenciar los menos atrevidos esperamos la oportunidad mientras los más osados la provocan. Cierto es también que el azar será un importante factor que nos irá conduciendo en esa existencia. Pero igual de cierto es que el azar intervendrá mas adecuadamente solo si significamos nuestras acciones - si estas son previamente intencionadas-.

Sin acicate, sin motivación, sin un plan e incluso sin intención (considerando a esta como a la mínima parte de un plan), pueden pasar los minutos, las horas, los días, las semanas y los años resultando que la intencionalidad es muchas veces sustituida por un ateleología acaparante.

Y es que en el existenciar del homo existe un operar derivado de la homeostasis necesaria esencial - de las necesidades biológicamente primarias-, y que no necesita plan racional, junto al operar de una homeostasis derivada de las obligaciones autoexigidas - la mayoría de las veces inmersas en el mundo subyugante del deseo - que nos pide una planificación racional que las más de las veces es indesligable de unas fuertes emociones.

Pero lo mas adecuado es pensar que existen ambas necesidades. No nos resulta convincente que existan per se las necesidades primarias y que las secundarias sean creadas o despertadas por el deseo. Vemos más propio la biológica existencia de las obligaciones que nos exigimos como parte diferencial de nuestros teleobjetivos genéticos neurocaracterísticos, si bien, es aquí donde hay que controlar lo más racionalmente que nos sea posible.


 


 

27/03/13 e.c.

Pylon & Sánchez